martes, 16 de octubre de 2007

Celebrar la vida!

Estoy por grabarles unas palabras que ante ustedes aparecerán como lejanas, inasibles. ¡Que pena me da no haber podido ir!. En fin son cosas de la vida. ¿Qué decirles?. Me pregunto que querrían escuchar de mi. Y de alguna manera, precisamente, intuyo una que otra pregunta. Sí, el mundo esta pasando por un momento muy difícil. Seguramente muchos de ustedes no percibirán mas que destellos de luz en medio de una gran oscuridad, y casi todo les parecerá banal y corrupto. ¡Si los comprenderé! Mucho de ustedes se sentirán confundidos y desilusionados. Ya en Hombres y engranajes, hace mas de 50 años, me planteaba esa lucha trágica, desproporcionada en la que hemos vivido en estos tiempos desencantados, lucha entre la esperanza y el absurdo. Y entonces decía, y hoy les repito que por mas que todo nos este pareciendo absurdo, tampoco sabemos lo que hay detrás.

Apoyémonos, entonces en los hombres mas humildes, en los mas simples, en todos esos seres que viven hasta en la miseria y que si embargo siguen celebrando la vida en sus pequeñas y frágiles alegrías. Como estoy al borde de la existencia, me preguntaran si vale la pena la vida. Si, chicos, creo que la vida es absoluta contra todo individualismo.

El absoluto se manifiesta en el arte. Claro, en el gran arte. En aquel al que no se entrega a muerte, aquel que nada tiene que ver con las modas ni con los círculos de poder;: eso que los griegos llamaban la sagrada poesía. Les será como un faro y un bálsamo en la noche.

Quizás sepan, muchachos y chicas, que hace ya muchos años mi lema es “resistir”. Resistan. Y también luchen por los grandes principios. No pacten con la robotización y el economicísmo. Cuidemos la vida, no las maquinas, las calculadoras. ¿Si hay posibilidad de salvarla? No lo sabemos. Pero en los limites de mi vida, como la muerte de mi hijo Jorge, en la congoja, he confiado en el absoluto, en el gran misterio de la muerte.

No se si podré verlos . Entrañable, pero profundamente , les agradezco que hayan querido conocerme.

¡Resistan, no aflojen!.

Ernesto Sábato.

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